Las redes sociales lloran. El cyber espacio lamenta su partida como la de los grandes. Su adiós es un golpe certero, directo al sistema nervioso central de la gente, de la masa más pura, sencilla y gigantesca.
Una voz con eco en los rincones más ocultos del planeta y del corazón nos fue arrebatada por la muerte. Otra vez, como si no le bastara nunca.
A casi 24 horas la noticia no he sabido de una sola persona indiferente. Todos estamos de luto, todos estamos lamentando este silencio. Juan Gabriel ya no está y nadie, absolutamente nadie puede remplazarlo.
El mejor showman que vio nacer Latinoamérica, capas de reinventarse vez tras vez, año tras año, composición tras composición.
Su carrera está llena de éxitos, de temazos. Es autor y compositor de la banda sonora de un montón de vidas.
No vamos a hablar de su vida, pues está lleno de documentales e incluso contamos con Hasta que te conocí, la serie de televisión lanzada en 18 de abril de 2016 por TNT, transmitida en nuestro país por Chilevisión.
Sólo queremos despedirnos, porque si hubo sabiduría popular fue en Alberto Aguilera Valadez, en toda su historia, en todas sus canciones. Juan Gabriel es sabiduría popular.
Vale darle todo el color del mundo, vale llorar y lamentarlo. Hoy día vale el bajón de la mamá, que no haga almuerzo y se siente a llorar un rato, escuchando Abrázame, Amor eterno o Hasta que te conocí.
La presentación de Juan Gabriel en el Festival de Viña del Mar en 2002 fue extraordinaria. El Divo de Juárez fue una máquina de poesía pasional, vívida y eterna y se encargó de dejarlo claro en todos los momentos de su vida.
Te dejamos con éste pedazo de su show. Tremendo, como él.
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